En la multitudinaria e histórica Misa del funeral por Benedicto XVI, el Papa Francisco quiso despedir al Papa Emérito “con la misma unción, sabiduría, delicadeza y entrega que él supo esparcir a lo largo de los años”.
En la mañana de este miércoles 5 de enero, el Papa Francisco celebró ante 50 mil fieles de todo el mundo la Misa por el funeral del Papa Emérito Benedicto XVI en la Plaza de San Pedro del Vaticano, primera vez en la historia de la Iglesia que un Pontífice celebra el funeral de un Papa Emérito.
Al comienzo de su homilía, el Papa Francisco recordó las últimas palabras de Jesucristo en la cruz: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”, una frase que para el Santo Padre “confirmó lo que selló toda su vida, un continuo entregarse en las manos de su Padre”.
Para el Papa Francisco, este último suspiro del Señor es también “la invitación y el programa de vida que inspira y quiere moldear como un alfarero el corazón del pastor, hasta que latan en él los mismos sentimientos de Cristo Jesús”.
A partir de esta afirmación, el Santo Padre explicó tres tipos de “entrega” que mostró Jesucristo al darse por completo y cumplir la voluntad de su Padre.
Entrega agradecida, orante y sostenida
En primer lugar, habló de la “entrega agradecida de servicio al Señor y a su Pueblo, que nace por haber acogido un don totalmente gratuito”. “Es la condescendencia de Dios y su cercanía, capaz de ponerse en las manos frágiles de sus discípulos para alimentar a su pueblo y decir con Él: tomen y coman, tomen y beban, esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes”, señaló el Papa.
Más tarde, el Papa Francisco habló de una “entrega orante”, que se “forja y acrisola silenciosamente entre las encrucijadas y contradicciones que el pastor debe afrontar y la confiada invitación a apacentar el rebaño”.
“Como el Maestro -continuó el Papa-, lleva sobre sus hombros el cansancio de la intercesión y el desgaste de la unción por su pueblo, especialmente allí donde la bondad está en lucha y sus hermanos ven peligrar su dignidad”. También destacó la “confianza orante y adoradora, capaz de interpretar las acciones del pastor y ajustar su corazón y sus decisiones a los tiempos de Dios”.
En cuanto a la “entrega sostenida”, el Papa explicó que ésta viene dada por “la consolación del Espíritu, que lo espera siempre en la misión: en la búsqueda apasionada por comunicar la hermosura y la alegría del Evangelio”.
Y también por “el testimonio fecundo de aquellos que, como María, permanecen de muchas maneras al pie de la cruz, en esa dolorosa pero recia paz que no agrede ni avasalla”.
A continuación, el Papa Francisco animó a aferrarse “a las últimas palabras del Señor y al testimonio que marcó su vida” y como comunidad eclesial, “seguir sus huellas y confiar a nuestro hermano en las manos del Padre”. “Que estas manos de misericordia encuentren su lámpara encendida con el aceite del Evangelio, que él esparció y testimonió durante su vida”, señaló.
Al final de la homilía, el Papa Francisco recordó a San Gregorio Magno, quien al finalizar la Regla pastoral, “invitaba y exhortaba a un amigo a ofrecerle esta compañía espiritual”. En este sentido, destacó que “la conciencia del Pastor que no puede llevar solo lo que, en realidad, nunca podría soportar solo y, por eso, es capaz de abandonarse a la oración y al cuidado del pueblo que le fue confiado”.
“Benedicto, fiel amigo del esposo” Por último, en referencia al Papa Emérito Benedicto XVI, dijo que “es el pueblo de Dios que, reunido, acompaña y confía la vida de quien fuera su pastor”.
“Como las mujeres del Evangelio en el sepulcro, estamos aquí con el perfume de la gratitud y el ungüento de la esperanza para demostrarle, una vez más, ese amor que no se pierde; queremos hacerlo con la misma unción, sabiduría, delicadeza y entrega que él supo esparcir a lo largo de los años”, añadió.
“Queremos decir juntos: ‘Padre, en tus manos encomendamos su espíritu’. Benedicto, fiel amigo del Esposo, que tu gozo sea perfecto al oír definitivamente y para siempre su voz”, concluyó.
ACIPRENSA
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