El sacerdote argentino Leandro Bonnin, autor de numerosos libros de espiritualidad católica, comparte en sus redes sociales cinco sencillos consejos para quienes aún no se confesado para recibir la Navidad de este año.
Estos son los consejos:
1. Haz un examen de conciencia en clima de oración
El P. Bonnin señala que el Espíritu Santo “puede revelarte lo amado que eres y tus faltas al amor, de acuerdo al Evangelio”. Por ello, te recomienda tomar “al menos 10 minutos para revisar tu vida desde la última confesión, y en lo posible, hacerlo con una guía de preguntas que te oriente y clarifique”.
2. Pide la gracia de experimentar dolor por los pecados
El presbítero argentino recordó que la “contrición y el arrepentimiento son el alma de la confesión”, y por eso es importante, tal vez ante un crucifijo, “pedir la gracia de experimentar dolor por los pecados”. “No te contentes solo con ‘enumerar transgresiones a las normas’: ábrete a la gracia de la compunción, de ‘sentir’ que cada pecado hizo llorar al Padre, lastimó el Cuerpo de Jesús, entristeció al Espíritu”, explicó.
3. Recuerda que el sacerdote actúa en nombre Cristo
El sacerdote “puede ser alto, bajo, flaco, gordito, joven, anciano, letrado, sencillo... siempre es Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, a quien te acercarás en la Reconciliación”, dijo.
El P. Bonnin sugiere que al confesarte, si te ayuda, “cierra tus ojos e imagina que estás –como la mujer adúltera– a los pies de la Misericordia hecha carne, o en la cumbre del Calvario, con María y la Magdalena”.
4. Confesarte de la forma más sencilla posible
Explica que “no es necesario que describas con detalle cada pecado, basta que lo enuncies con claridad”. “Nunca te justifiques, ni añadas circunstancias que parezcan ‘atenuar’ el sentido mismo de la falta.
¡Nunca confieses pecados de otros! Con humildad, con claridad, con la extensión adecuada, desnuda tu alma y sus heridas así como están, para que el bálsamo del perdón lo renueve todo”, dijo.
5. Prestar atención a las palabras de la absolución
“En ese instante el Costado de Cristo se abre y de ese manantial emana para ti el Espíritu que te devuelve la inocencia bautismal. Permanece con el corazón abierto, como ‘tierra reseca, agostada y sin agua’, para que ese agua purificadora y vivificadora lo penetre e impregne todo. Y luego da gracias, y eleva en tu corazón un Magnificat sincero, con María y como María”, concluyó el P. Bonnin.
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